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Mientras más grande la ilusión… enero 21, 2011

Posted by Romeo Casanada in brutez, chicas, errores, recuerdos.
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Balance II cortesía de Westpark

Hay momentos en la vida que cambian el rumbo, o mejor dicho sólo te muestran lo que no te dabas cuenta, eso me sucedió cuando me enamoré de Raquel.  En ese tiempo y con 17 años encima, yo llevaba más de un año queriendo conocer a esa chica que se veía como la mujer ideal que siempre imagine.  Y como era de esperarse yo, Romeo chico tímido, no encontraba como acercarme a ella, como decirle ¡Hola!.  Pero sucedió la conjunción de planetas justo ese mes de navidad, mi grupo de amigos y yo realizamos una actividad para las fiestas navideñas y a uno de ellos (divina providencia) se le ocurrió invitar a Raquel, la cual si bien la habíamos visto siempre, no se llevaba mucho con nosotros, y así con la última invitada nos dispusimos a realizar nuestra contribución a la navidad.

Pase unos días con la sonrisa pintada como si el optimismo hubiere usado un marcador indeleble en mi rostro. Yo trataba de estar siempre con Raquel, conversar de cualquier cosa, a veces iba a dejarla junto a su casa después de reunirnos con el grupo. De más está decir que todo el grupo se había dado cuenta que ella me gustaba (¿Habrá sido por mi cara de borrego a medio morir cuando la veía?), y todo nos empezaron a molestar, a dejarnos solos en “momentos clave” a la vez que se escuchaba un murmullo picarón, ah como odiaba eso.

Con la inexperiencia obvia de chico tímido con chica bonita, no sabía si iba “avanzando” o no, mi corazón optimista (y menso) me decía que sí.

Llego la actividad y salió muy bien, todos contentos, intente buscarla para decirle lo que llevaba adentro por mucho tiempo pero se había ido, mañana será pensé, mañana es Noche Buena y el grupo hará una fiesta, que mejor noche para decirle que me gustaba, que la quería.

Y llego Noche Buena, la llamé para ir juntos a la fiesta… nunca la había visto así de bonita como ese día, con su vestido negro calcando su cuerpo y un toque de maquillaje que resaltaba su sonrisa y su cara de inocencia.  Raquel iba conmigo a la fiesta!!!! No lo podía creer.  Pero al salir de su casa, sucedió un cambio no previsto de planes. –Pasemos primero por la casa de Gustavo.. dijo ella. Será que ahí nos juntaremos con el resto del grupo pensé.

Al llegar, sólo Gustavo nos esperaba con su familia.  Después de los saludos, comenzamos a conversar de cualquier tontería, pero la conversación me resultaba rara, como si había algo que me había perdido, y sólo observaba como  la familia de Gustavo conversaba con Raquel con mucha cordialidad, alegría.  Luego, la radio toco una cumbia y sólo vi como Gustavo sacaba a bailar a Raquel, – baila con mi abuelita me dijo él con un dejo de risa sarcástica.  Y ahí estaba yo, sentado a la par de la abuelita, tratando de no atar los cabos que ya estaban a la vista, los cuchicheos y las risas, la desaparición del día anterior, el cambio repentino de planes… pero no podía, no quería atarlos.

Y finalmente llegaron mis amigos, la salvación de esa situación absurda en que me encontraba pensé yo, pero lo primero que escuche fue a una de mis amigas decirles ¡Felicidades, me alegra mucho por ustedes dos!!… ya no hacía falta atar cabos, ya no podía negar nada, y así fue como se acabo mi navidad esa noche, la ilusión de un mes perfecto, y el primer paso a sentir que sólo puedo cometer errores con las mujeres.

Nota aclaratoria: Con los años descubrí que Raquel no era una buena amiga, no era de fiar  y que eso que paso fue lo mejor que pudo pasar :D, a veces digo por lo menos no le gusto a las chicas malas, jajaja el problema que no le gusto a las otras :S

PS: Esta historia iba a compartir originalmente para el concurso de perdedores de Jota, pero después de un año que no la uso, preferí hacerlo yo, las disculpas a Jota.